Definir una estrategia o plan de negocio que nos ayude a ver con más claridad cuáles son los objetivos que debemos cumplir a corto y medio plazo, los mensajes que necesitamos crear, las acciones que debemos desarrollar y a qué públicos nos tenemos que dirigir, es esencial, entre otras cosas, para marcar el rumbo correcto de nuestra empresa.
Pero sentarnos a redactar un plan de negocio sin haber realizado previamente un análisis de «en qué situación se encuentra nuestro negocio» es comenzar por un mal camino.
Cómo planificar un buen plan de negocio y una buena estrategia
Empecemos por el corazón de nuestra empresa; qué nos identifica, qué nos mueve, nuestros valores, a dónde queremos llegar… Si tenemos en mente nuestra esencia, y la plasmamos en cada una de las acciones que llevemos a cabo, será muy difícil que nos desviemos del camino marcado.
Una vez tengamos claro cuál es el corazón de nuestra empresa, hagamos un análisis, tanto de lo que rodea a nuestro negocio (un análisis externo), como lo que tenemos y cómo lo hacemos dentro de él (un análisis interno).
Para el análisis externo, pondremos el foco en los competidores, el mercado y sus tendencias. Es decir, en los factores que, a pesar de no estar dentro de nuestro marco de actuación, nos afectan en mayor o menor medida: qué nos diferencia de la competencia, cómo está el mercado, si conocemos las tendencias, las aplicamos, tenemos capacidad para hacerlo,…
Para el análisis del interior de nuestra empresa, nos fijaremos en aspectos que sí podemos controlar, y nos serviremos de 4 elementos fundamentales a tener en cuenta: cómo es el producto o servicio que ofrecemos, si lo estamos ofreciendo en el lugar o canal adecuado, si su precio está justificado ante el Cliente y si hacemos una promoción adecuada.
También analizaremos la estructura de nuestra empresa (si contamos con los recursos tecnológicos y humanos adecuados), la situación de nuestros productos o servicios (cuáles se venden mejor, con cuáles obtenemos más margen de beneficio, cuáles tienen una mayor rotación…), y también quiénes son nuestros principales clientes (si nos enfocamos en el cliente correcto o si estamos llegando a ellos por la vía correcta, entre otras cosas).
Si observamos el resultado de analizar la situación externa e interna de nuestra empresa, nos resultará muy fácil saber cuáles son nuestras Debilidades, Amenazas, Fortalezas y Oportunidades.
Nos pondremos metas, que iremos cumpliendo para corregir nuestras debilidades. Prestaremos especial atención a nuestras fortalezas, y las utilizaremos como el eje principal de nuestra estrategia.
Frente a las amenazas poco podemos hacer, salvo conocerlas y dirigir en consecuencia nuestra estrategia de negocio.
Pero sí que podemos, y debemos, aprovechar las oportunidades que derivan de nuestros análisis externo e interno (como por ejemplo una forma de mejorar nuestro producto o servicio que lo hiciera incomparable al de la competencia).
En definitiva, tras un análisis externo e interno de nuestro negocio, conoceremos nuestras Debilidades, Amenazas, Fortalezas y Oportunidades, que nos harán ver con total claridad cuáles son nuestros más importantes objetivos y poder elaborar de esta manera un completo plan de negocio.
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